martes, marzo 08, 2005

Un momento una foto

UN DIA ENTRE LUCES
Una hora, una fotoElegir la hora adecuada, evaluar los matices de la luz del atardecer o captar lo mejor de los colores del día - 22.03.2001
Por Sergio Prieto sergio.prieto@desnivel.es

Amanece en la cumbre del Almanzor. El cielo está cubierto de nubes pero una estrecha franja de cielo despejado se interpone entre la masa nubosa y las montañas del horizonte. Hasta hace un momento, la luz del nuevo día parecía que iba a conseguir rasgar el cielo nublado, pero su intensidad disminuyó bruscamente en unos segundos y no se sabe qué va a pasar.Mucha atención: esta disminución de la claridad indica precisamente que el sol está a punto de salir. Es hora de poner la cámara delante de los ojos, encuadrar, enfocar y estar atentos.Ya está. El sol aparece en la parte inferior de la estrecha franja y las cumbres de las montañas más altas brillan de luz anaranjada. Ha llegado el momento de disparar con rapidez pero sin precipitación midiendo la luz en las zonas más claras, pero no sobre el sol. De propina, unos disparos por encima de lo que indica el fotómetro y otros por debajo, por si acaso. No han pasado tres minutos y la luz desaparece detrás de los nubarrones. Unos segundos de diferencia bastan para establecer la frontera entre una foto corriente y otra atractiva. De entre todas las fotos de ese día, quizás éstas sean las únicas que posean, al menos, la espectacularidad de una luz especial.Entre todos los factores que modifican el aspecto de la luz, son tres los que interesan al fotógrafo: el ángulo con el que inciden los rayos de luz, la difusión atmosférica y el reflejo de la luz en el entorno. Estos tres parámetros cambian dependiendo de las estaciones, de las condiciones meteorológica, de la hora del día… y estos cambios, tomados individual y colectivamente, con todas las interacciones posibles son los que inciden en el resultado de la fotografía.Algunos profesionales que se caracterizan por cuidar meticulosamente el color de sus fotos no dudan en apostarse a la hora que consideran óptima en un lugar que han elegido de antemano y este gesto pueden repetirlo, día tras día, semana tras semana o incluso año tras año.

La evolución de la luzLa difusión de la luz depende esencialmente del aspecto del cielo. Cuando el cielo está blanco y completamente nublado, el contraste es muy bajo, perfecto para retratos porque elimina las sombras que proyecta la nariz y las formadas en las cuencas de los ojos, pero malo para los detalles del paisaje.Si hace buen tiempo, el cielo será de color azul, pero, independientemente del tono general debido a la mayor o menor transparencia de la atmósfera, ese azul irá variando a lo largo del día. El cielo comienza por ser de un azul profundo, pero el polvo y el vapor de agua lo van aclarando a medida que pasan las horas.La evolución de la luz solar a lo largo del día influye sobre el color, los contrastes y los matices de todas las superficies. Dependiendo de la hora y de la situación meteorológica, los colores se saturan más o menos (claro, que la emulsión de la película también desempeña un papel importante), la superficie de las cosas evoluciona hacia la suavidad o hacia el contraste, la vegetación pasa de parecer plana al cine en tres dimensiones e inversamente. El binomio que forman la orientación del sol y la meteorología es una fuente inagotable de sorpresas para el fotógrafo. Por la mañana, cuando el sol no ha alcanzado todavía un puesto alto en el horizonte, la vegetación aparece exuberante porque las brumas que se formaron durante la noche han depositado una ligera película húmeda y brillante sobre las hojas. Si se cumplen estas condiciones, la difusión de la luz es más favorable a realzar los detalles de la materia, pero dura muy poco.A media mañana, se dispone de un lapso de tiempo suficiente para hacer fotos más trabajadas de paisajes. Cuando el cielo está claro, el velo de bruma que acabará formándose a lo largo del día es todavía muy débil y la vegetación cargada de rocío ofrece multitud de detalles. Si una ligera bruma impide ver claramente el cielo, será probablemente el momento propicio para colocar un filtro polarizador y añadir «vitaminas» al cielo para que sea verdaderamente azul.En las horas centrales del día el sol cae perpendicularmente y se dice que la luz es «dura», las sombras se colocan bajo los objetos, la vegetación parece estar marchita… es la peor hora para hacer fotografías de paisaje.A media tarde la luz del sol es todavía muy dura y está muy alta, el velo atmosférico se halla en su apogeo y la vegetación continúa estando triste. Se pueden privilegiar los primeros planos, y compensar de esta manera la confusión que reina en el horizonte. El polarizador contribuye también en esta ocasión a saturar los tonos y reforzar el azul del cielo.A finales de la tarde, el ambiente rojizo es general, y el ángulo de los rayos solares resulta propicio para destacar la textura de las materias naturales (rocas, cortezas de árboles, ruinas…). La vegetación pierde sus colores naturales aunque queda mejor perfilada. Hojas, hierbas y ramas se destacan del fondo si se encuentran expuestas al sol y el fondo está a la sombra. Si se trata de un paisaje, un cielo con las nubes desgarrándose puede enriquecer la imagen al tiempo que los colores pueden llegar a ser espectaculares.Al comienzo de la noche, el cielo puede oscilar entre el naranja y el morado. Una foto hecha a contraluz puede favorecer el contraste entre el cielo y la tierra: la vegetación, la línea de cumbres o los edificios recortan el infinito con su silueta.


¿El color?Cuando leemos un libro a la luz de una vela, de una linterna, de la bombilla de la cocina, de un fluorescente o gracias a la claridad que entra por la ventana, siempre tenemos la impresión de que las páginas son blancas y las letras negras. Sin embargo, la luz de una vela, de una linterna o de una bombilla poseen una gran cantidad de color rojo, pero nuestros ojos se adaptan de tal manera a la fuente de luz, que en todos los casos vemos las páginas de color blanco.Pero si hiciéramos una fotografía a la luz de la vela o de la linterna veríamos que la película no ha hecho ningún esfuerzo de adaptación y las fotos aparecen con una fuerte dominante anaranjada. Esa dominante se puede eliminar con un filtro adecuado utilizando el flash o comprando un carrete para luz de tungsteno (también llamado de luz artificial). Los fabricantes de películas, lejos de producir una gran gama de productos que se adapten a todas las situaciones luminosas, se han limitado a producir dos tipos de carretes: para luz artificial y para luz de día. Cada uno de ellos está pensado para una «temperatura» de color diferente.En fotografía, cada tono de luz se dice que tiene una temperatura, que se mide en grados Kelvin (K), cuyo cero es el mínimo absoluto (-273° centígrados). La existencia de varios colores se Una fuente de luz con un alto contenido en rojo, como por ejemplo la luz de una vela, tiene una temperatura relativamente baja, 1.000 K, (puede medirse con un aparato que se llama termocolorímetro), en tanto que la luz solar tiene una temperatura más bien alta. (5.500 K), que es precisamente la temperatura para la cual están calibrados los carretes y suelen llevar impresa, en inglés, esta aplicación (daylight).

ecoestadistica.com