La Información el nuevo santo Grial
En agosto de 1990 trabajaba para un periódico español de difusión nacional que me envió a Oriente Medio días después de la invasión de Kuwait por parte de Iraq.
Estuve en Amann, Jerusalén, El Cairo, Alejandría, el Canal de Suez y algunos otros lugares más por donde se podía mover un periodista en aquellas circustancias.
Durante el viaje me acompañaba Carlos Bradac, un magnífico periodista nacido en Argentina que tuvo que exilarse a España tras las intentonas golpistas de los 70 y cuya muerte en el año 2000 me causó un gran pesar.
Volví a la zona también poco después de acabada la guerra y conviví con los guerrilleros kurdos del norte de Iraq (phesmergas) durante algunas semanas, realizando varios reportajes.
Lo que más extrañaba a los periodistas que asistieron aquel conflicto era cómo Sadam continuaba en el poder una vez acabada la guerra. A pesar de ello, puedo asegurarles que jamás pensé que podría darse una situación como la que estamos viviendo ahora.
Tuvieron que pasar muchos años para encontrar parte de las respuestas que no nos dieron en el transcurso de la guerra. Esos momentos se vivieron de mentira en mentira, de propaganda en propaganda.
Gracias al trabajo de investigación posterior de periodistas como Maggie O´Kane sabemos cómo se fabricaron las intoxicaciones mediáticas y se ocultaron graves hechos.
Para resumir diré que está probado que se utilizaron bombardeos con napalm: “Ví a compañeros ardiendo hasta morir y no podíamos hacer nada...”, recordaba a la periodista un soldado iraquí años después.
Se utilizaron excavadoras que enterraron vivos en las trincheras a cerca de 400 soldados de Sadam durante el avance aliado. Algunos fueron aplastados por los tanques cuando intentaban huir.
Esto está reconocido por el general norteamericano Thomas Rhane: “Mil soldados muertos de Sadam no valen la vida de un norteamericano”, señaló como respuesta tras la confirmación de los hechos.
Ben Scowcrort, consejero del presidente Bush, que calificó como “accidentales” los errores de los bombardeos masivos, no veía la diferencia entre “matarlos de un disparo, a enterrarlos vivos... ¿Un minuto o dos más de vida?”. También describía al napalm como “arma desagradable”.
Bill Arkin, que trabajaba dentro de los servicios de inteligencia militar y que tuvo acceso a documentos del Pentágono, reconocía los bombardeos masivos e indiscriminados con bombas aniquiladoras de 7.000 kg desde los B-52: “el Pentágono siempre lo niega todo como primera reacción pero al final cuando tienen que reconocer lo evidente lo único que dice es la guerra es cruel”.
Alguien tan poco sospechoso de parcialidad como el reconocido periodista estadounidense Peter Arnett llegó a decir en la televisión que “sólo el 6% de los bombardeos era selectivo, el resto era bombardeo “tonto”.
También dijo que el gobierno norteamericano es capaz de “mentir en momentos de crisis nacional para conseguir sus objetivos”, y, señaló más adelante, que aquello fue “ la propaganda militar negra más eficaz que he visto en toda mi vida profesional, y llevo en esto treinta años “.
Está también probado el perverso uso de armas químicas contra soldados norteamericanos lanzadas por parte del ejercito iraquí durante el conflicto. Fueron, según se calificó de forma secreta, “ataques a pequeña escala”, pero reales.
Hay más de 4.000 soldados entre británicos y norteamericanos afectados por dolencias pulmonares después de sucesos que fueron rápidamente clasificados.
“Se escondían bajo tierra junto a las armas convencionales y las cajas de cargamento químico tenían otro color para distinguirlas”, confiesa un antiguo coronel de la guardia republicana de Sadam fuera de Irak.
El año pasado, por estas fechas, conocíamos en “Derecho a mentir” -(titular de un editorial de El País (España)- como el ministro de defensa Rumsfeld ponía en marcha un departamento que, eufemísticamente, se llamaría Oficina de Influencia Estratégica, cuyo fín, siendo claros, es manipular a la opinión pública.
Frente a todo esto me quedo con las palabras del gran empresario de la comunicación, Jesús de Polanco, que poco después, daba una conferencia en México, donde afirmó que “la falta de rigor en la interpretación de los hechos, el amarillismo, la deformación de la realidad, es una de las graves irresponsabilidades que, a lo largo y ancho del mundo, se están produciendo. Los medios necesitan rigor profesional, excelencia empresarial e independencia informativa”.
Los señores de la guerra controlan la información como uno más de sus misiles.
La búsqueda de la verdad, de lo que pasó, puede ser un camino duro y lleno de insatisfacciones, una auténtica carrera de obstáculos donde uno puede perder el tiempo o la vida. Pero merece la pena.
Puede ser, como en la leyenda artúrica, la búsqueda del Grial. No es un cáliz, que quizás no exista en ningún sitio, es el camino a recorrer lleno de fe en lo que se hace.
Tomado de Revista FotRevista Fidel Raso© Febrero de 2003
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El título es "La Información
como un nuevo Grial"
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